Concierto para flauta y frutos secos
De repente tú,
inapropiada expresión de venganza tiñendo de color naufragio las horas putas de tormenta.
De repente tú,
como ola sin piedad acribillando el malecón
e inundando el mar de sueños y cáscaras de pipas
mientras invocas recuerdos en salazón
por miedo a que la soledad
te pudra los huesos
en otro fracaso.
De repente tú,
inadecuada alegoría de adolescencia mal curada,
restañando grietas en el casco
por si acaso pudieras volver a navegar.
De repente… un relámpago… y ya no estás.