miércoles, 22 de diciembre de 2010




No sé si te acuerdas aún de mí,

soy la pesada que siempre te saluda,

la que se ha mudado con lo puesto

al ático que queda justo enfrente de tus besos,

la que vive de limosnas

y se empeña en dibujar un corazón

con la punta de sus dedos

en la parte superior de tu cerviz.

Pero no te des la vuelta por favor,

no te pongas frente a mí

no vaya a ser que dé un respingo

y me quede empotrada en la pared

e intentes liberarme con tus manos

agarrando fuertemente mi cintura

y se quiebre algún iglú y se inunde el polo sur,

o se vayan a la porra los glaciales

y se enfade aquel señor que está en el parque

esperando a que pare de llover.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Para M., que nunca lo leerá



Perdona por haberme ido así,

sin entenderte,

pero es que no supe esperar un día más

o no pude o no quise o no debí.

O pude, quise y debí

pero no fui capaz enfrentarme a ti

cuando me hablaste con pasión de quien te ama.

Ojalá volvieras a buscarme entre mis letras,

¡echo tanto de menos los párrafos que no entrelazamos

y tus veintipocos motivos

para hacerme sentir bien!