miércoles, 22 de diciembre de 2010




No sé si te acuerdas aún de mí,

soy la pesada que siempre te saluda,

la que se ha mudado con lo puesto

al ático que queda justo enfrente de tus besos,

la que vive de limosnas

y se empeña en dibujar un corazón

con la punta de sus dedos

en la parte superior de tu cerviz.

Pero no te des la vuelta por favor,

no te pongas frente a mí

no vaya a ser que dé un respingo

y me quede empotrada en la pared

e intentes liberarme con tus manos

agarrando fuertemente mi cintura

y se quiebre algún iglú y se inunde el polo sur,

o se vayan a la porra los glaciales

y se enfade aquel señor que está en el parque

esperando a que pare de llover.

2 comentarios:

Mafalda dijo...

Si una mirada de frente puede provocar cataclismos de esa magnitud, es que algo muy fuerte sucede en el interior, muy adentro. ¡Ay, cuánto se sufre por intentar adivinar lo que sucederá!
Besotes.

Senior Citizen dijo...

¿Sabes que es buena tu poesía? Sorprendentemente buena, pues los blogs están llenos de poemas desastrosos.

Tengo que volver más despacio a leer más. Saludos.